Proyectada en dos crujías, se separó el programa social del programa íntimo, priorizando así las vistas hacia el lago. Se genera un patio de ingreso al que se accede descendiendo por una escalinata de durmientes de madera, que se van permeando con el paisajismo propuesto por Perimetral. Desde el exterior, los ventanales generados por la volumetría son luminarias que comunican la vida que sucede dentro de la arquitectura.

Las circulaciones interiores de la casa se concibieron cuidadosamente para poder ir de una crujía a otra sin tener que salir al exterior, evitando así ser afectado por el clima frío que se da en Tapalpa en invierno, así como resguardar del viento y la lluvia que también son comunes en el contexto.

Las cubiertas a dos aguas se recubrieron con pizarra para crear un contraste con la claridad de la fachaleta de ladrillo empastada. La madera en las columnas y puertas con celosía genera calidez en contraposición con los elementos pétreos que conforman la identidad de la casa. La estructura de herrería delimita la volumetría y la ventanería genera vistas enmarcadas desde el interior hacia el lago y la sierra de Tapalpa.